Un relato de @somiatruites86


“Ni las princesas son tan princesas, ni los ogros tan ogros”.

Eso es lo que me digo una y otra vez, tratando de hallarle una lógica a este asunto.

¿Cuánto es capaz de soportar una persona? ¿Dónde está el límite? No solo físicamente, claro. Siempre, la peor parte se la lleva el terreno psicológico.

¿Cómo no desear la muerte cuando unas manos, esas que te acariciaban, te transformaron en un ser dependiente?

Esas mismas manos que hicieron de tu cuerpo un saco de boxeo; esas que, a día de hoy, aún miras con rencor.

Te acostumbras a vestir pantalón, pero nunca demasiado corto. Pides disculpas por cualquier insignificancia mientras tu alma tiembla como hoja de otoño. Rehúyes una mirada directa por miedo a que tus ojos expresen lo que tu boca se ha callado tanto tiempo.

No sabes gastar bromas y, mucho menos aceptarlas. Tu autoestima baja hasta niveles de subsuelo desconocidos. Se perdió el respeto y ahora analizas cada palabra o gesto.

Fui barro en las manos de un mal orfebre que, lejos de exponer su mejor pieza, la usa cotidianamente a su antojo. Si alguien se fija en esa creación, la destruye plenamente, como un pintor obsesionado con emborronar su lienzo y abandonarlo en cualquier rincón.

Duele mirar atrás. 

El futuro se presenta incierto y parezco un trapecista con vértigo. 

No es fácil convivir conmigo, nunca lo fue y nunca lo será. 

Mi boca no supo cuándo callar. Fui niña en manos de un hombre. Me dejé moldear a sus gustos, sin luchar por los míos. Hoy quiero volver a ver mi piel rosada y hallar en el espejo el reflejo de la seguridad de no dejarme pisar.

Siempre he creído que algo extraordinario me iba a ocurrir, hoy puedo confirmarlo: me estoy encontrando y no pienso volver a perderme.


Muchas gracias a @somiatruites86 por compartir con Stonergëk este emotivo texto. Un tema tan arcaico que parece mentira que siga sucediendo hoy día. No somos realmente conscientes de como afectan nuestras acciones y nuestros actos a la gente que nos rodea. Gente que nos quiere y nos respeta, devolviéndoles todo ese amor con una monea equivocada.

Dejad en los comentarios que os ha parecido el texto.

Un saludo desde Stonergëk.

¡Que la inspiración os pille despiertos!