Saludos gente literaria,

Hace muy poco, Stonergëk ha hecho contacto con una cuenta de Instagram muy maja @espiademonios dedicada a publicar relatos de jóvenes escritores, reseñas y contenido literario en general. Hicieron un pequeño concurso de relatos de terror y Stonergëk ha acudido a la llamada con este escrito titulado «Johnny».

Sin enrollarnos más, dejamos su web por aquí. Dadle amor a su Instagram y que disfrutéis el relato.

https://espiademonios.com/


Desperté tumbado bocabajo en una camilla y con los ojos vendados. Las primeras palabras que pasaron por mi cabeza fueron “¿Dónde estoy?”. No podía moverme, pero no porque estuviera maniatado, si no porque mi cuerpo no respondía a mis órdenes. Ahora que me daba cuenta, tampoco podía abrir mis ojos y notaba algo que entraba en mi boca, como una serpiente gigante que me atravesaba el esófago. Intenté hacer memoria, pero lo único que recordaba de ese día era el centro comercial al que había ido a comprar un regalo para mi mujer y, antes de llegar al coche, un fundido a negro.

Una luz se filtró por las vendas, aunque tuviera los ojos cerrados, sabía que acababan de iluminar la habitación en la que me encontraba, y comencé a escuchar unos pasos que rodeaban la camilla. Traté hablar con todas mis fuerzas, pronunciar una palabra, un ruido, lo que fuese para alertar a esas personas. Sin embargo, una idea súbita atravesó mi mente de lado a lado “¿Y si no son personas?, ¿Y si me han abducido unos alienígenas?”. La conversación que mantuvieron posteriormente los dos individuos, despejó toda clase de dudas.

-¿Hoy has quedado otra vez con la pájara esa, no? – Preguntó uno.

– Sí, – rio el otro- a ver si me la trajino ya, que no veas lo estrecha que es.

– A la tercera cita va la vencida, amigo. – Después de esas palabras, noté como comenzaba a fluir un líquido extraño por mis venas. El dolor era casi insoportable. También empezó a sonar un pitido intermitente muy estridente.

– ¿Y este? – Inquirió el segundo. Supuse inmediatamente que se refería a mí.

– Pues nada, otro imbécil que se salta las normas y ocupa otra habitación de hospital, como si no tuviéramos ya suficiente lio aquí. Ha dicho el médico que tiene que estar así unos tres días más, menudo marrón. – Pataleaba y gritaba como un niño pequeño en mi cabeza.

– Sí, no me gustaría estar en su pellejo. Lo bueno es que los sedan y no se enteran de nada.- Noté como una pequeña lágrima salía de mi ojo derecho y empapaba el vendaje.

Los dos enfermeros apagaron la luz y cerraron la puerta.

Me abandonaron a la soledad de aquella oscura y fría habitación.

Al segundo día, prefería estar muerto a permanecer un minuto más en esa situación.


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