– Despierte, Sujeto 37. ¿Cómo se encuentra? – Dos hombres con bata blanca miraban a una mujer sentada y esposada a una mesa de metal. La chica se encontraba en un estado lamentable. Llevaba puesto un camisón azul claro y tenía el pelo rubio. Además, contaba con numerosos moratones y arañazos en sus dos brazos.
– ¿Dónde estoy? ¿Quiénes sois vosotros? – Dijo la mujer confundida.
– No, Sujeto 37. Lo importante es, ¿quién eres tú? – Contestó uno de los señores con bata. A diferencia de su compañero, este tenía barba frondosa y gafas redondas. – Me llamo B-3 y él es mi compañero H-6.
Los tres se encontraban en una habitación blanca sin ventanas y con una única puerta. El ambiente era frío y extraño, similar a una sala de interrogatorios.

– ¿B-3 y H-6?, ¿Qué clase de nombres son esos? ¡Soltadme! – exigió forcejeando con las esposas.
H-6 intervino. – Sujeto 37 – dijo lentamente -. Tenemos que estar seguros de que podemos confiar en usted para soltarla. Podría suponer un peligro para todos.
K-6 era mucho más alto que B-3, llevaba entre sus manos un formulario donde anotaba todo lo que le parecía interesante. Su piel blanca y rasgos afilados le daban un aspecto aterrador como un cirujano vampiro.
La chica apoyó las manos sobre la mesa y con voz más tranquila dijo – ¿Qué queréis de mí?
Los dos hombres se sentaron frente a la muchacha. B-3 fue el primero en hablar. – Para asegurarnos de que no supone ningún peligro para la humanidad, debe pasar un test. Una prueba que demuestra que usted es apta para salir de aquí.
– ¿En qué consiste esa prueba?
– Preguntas – contestó H-6 -. Nosotros preguntamos y usted responde. – Acabó con una sonrisa tan forzada que provocó un pequeño escalofrío en la mujer.
– Acabemos esto cuanto antes. Tengo muchas cosas que hacer.
– Seguro que sí. De acuerdo, empecemos con la primera pregunta. ¿Cómo se llama?
La muchacha reflexionó unos segundos, escudriñaba cada esquina de la sala buscando algo que la ayudase a saber porque estaba en esa situación. – No lo recuerdo – contestó finalmente con la mirada perdida.
– Haga un esfuerzo, por favor.
– ¿Sujeto 37? – preguntó la chica de forma burlona.
H-6 anotó en el formulario la respuesta y B-3 se dispuso a hacer una aclaración. – No existen respuestas correctas o incorrectas en esta sala, señorita. Solo contesté a las preguntas con sinceridad. Este trámite sirve para conocer la naturaleza del sujeto, es decir, de usted.– Dibujó una sonrisa amigable en su frondosa barba marrón y se ajustó las gafas. Miró hacia su compañero y dijo – Continúe con la segunda pregunta.
– ¿Recuerda cómo ha llegado a esta sala?
– No… lo… sé.- La mujer hizo una larga pausa rebuscando en sus recuerdo algo, lo que fuera, pero era inútil. Era como si alguien le hubiera borrado parte de su memoria.- Recuerdo a una niña… una niña rubia sentada en un columpio. La empujo y se ríe. Estamos jugando en un jardín.
-¿Algún familiar?
– Creo que es mi hija. Me necesita. ¡Tenéis que dejarme marchar! – Exclamó la mujer cada vez más furiosa – ¿Qué habéis hecho con ella?
– Tranquilícese – dijo B-3 con un semblante más serio.- No podrá salir de aquí hasta que conteste a todas nuestras preguntas. Continúe el cuestionario.
H-6 asintió y siguió recitando.- ¿Sabe como se ha hecho esos arañazos?
– ¡No lo sé! – La mujer comenzó a sollozar.- ¿Qué quieren de mí?
– ¿Podría hacer daño a un humano?
– ¿Qué?
– Responda, ¿podría hacer daño a un humano? Por ejemplo, para salir de esta sala.
– No… No lo sé. – La muchacha se llevó las manos a la cabeza y ahogó un grito.
Tras unos segundos de silencio, B-3 respiró profundo, clavó sus ojos en la persona que tenía frente a él y preguntó – ¿Cuál es el propósito de la vida?
El sujeto 37 levantó la cabeza con lágrimas en sus ojos y contestó – ¿Servir a un bien mayor?
– ¿Cuál es el propósito de su existencia?
– ¿Creéis que no soy una persona? – Sé hizo un silencio entre ellos. -¿Creéis… que soy un robot? – Tenía la cara desencajada, como si una gran revelación se hubiera abierto ante sus ojos.
– Es solo una prueba. Conteste las preguntas y podrá salir – explicó H-6.
– ¡No quiero contestar más preguntas! – gritó dando un fuerte golpe en la mesa de metal con las esposas. – ¡No soy un puto robot! – La mujer se puso de pie totalmente fuera de sí – ¡Dejadme salir de aquí!
– Neutralizadla – dijo B-3 mirando impasible al manojo de furia que se presentaba ante él.
Un par de hombres entraron en la sala y dispararon sus armas contra la mujer hasta vaciar el cargador. Para sorpresa de los dos científicos, la sangre salió a borbotones del cuerpo de la muchacha rubia salpicándoles de rojo las impolutas batas blancas.
Una voz femenina habló a través de una de las paredes blancas. – Su experiencia aquí ha concluido. Abandonen la estancia y diríjanse a la sala de interrogatorios Número 38, por favor.
Los dos hombres salieron de la habitación en silencio, aún conmocionados por lo que acababa de suceder. Se encontraron con un largo pasillo iluminado por luces blancas y flanqueados por numerosas puertas metálicas con números en ellas.

H-6 se detuvo cabizbajo. – Era una mujer Bob, acabamos de matar a una persona de verdad. No nos contrataron para esto.
Bob se acercó a su compañero y dijo con tristeza. – Lo sé Héctor, lo sé. Hablaremos con la dirección. Lo que ha pasado hoy es intolerable. Usar a personas para los Test de Touring es una barbaridad…
– ¿Te puedo hacer una pregunta, Bob? – La cara de Héctor cambió a una expresión de absoluto horror. Un terror salvaje recorrió todo su rostro al darse cuenta de la terrible y cruda verdad.
– Claro, amigo. ¿Qué sucede?
– ¿Recuerdas cómo hemos llegado a la sala?
Me ha encantado. De verdad que tienes un talento especial para los finales. Menuda maravilla de historia, me encantaría verla recreada con actores!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pfff, sería la leche ver estas historias en vídeo. Si ya hicimos los audiorelatos, el siguiente paso será los vídeorelatos 😂
Me gustaMe gusta
Jajaja Pues lo comenté con un amigo que hace cortos y ojo, y si nos liamos la manta a la cabeza igual hacemos dos o tres
Me gustaLe gusta a 1 persona