Hola, mamá. Hola, papá.
No sé si habéis recibido mis anteriores cartas, pero esta va a ser la última. Nos trasladan a otro sitio y las cosas se están poniendo mucho más serias. El virus ya está totalmente descontrolado y los nuevos hospitales no dan abasto. No hay camas ni medicamentos para todos.
Nadie comprende cómo actúa esta infección. Comienzas con una tos leve y en pocos días acabas con un fallo total de los pulmones. Lo peor es que se transmite a una velocidad de vértigo; por contacto físico, por el aire… Las posibilidades son infinitas. Estoy segura de que no queda nadie sano en el país.
Se han organizado equipos de limpieza para recoger a los que no han superado la enfermedad e incinerarlos. Y son demasiados los que no son suficientemente fuertes. Los cadáveres se apilan cerca de los hospitales, pues son hombres y mujeres que intentaron desesperadamente recibir atención médica.
Todos los pueblos y ciudades están en cuarentena, salir a la calle está prácticamente prohibido y el transporte público ha dejado de funcionar. Las fronteras se cerraron hace semanas y no de cualquier forma, hay centinelas con rifles apuntando a los que intentan escapar. Los cuerpos sin vida en las zanjas son un recordatorio cruel para todo aquel que pretenda saltar la valla de espino.
La preciosa ciudad que recordáis es un nido de ratas y ladrones. La gente se ha vuelto violenta. El pillaje está a la orden del día, las avenidas están en llamas y los policías dejaron de darles importancia hace tiempo. Ahora solo se dedican a proteger los hospitales y guardar la frontera. Cualquier militar tiene permiso para matar si lo ve conveniente. Esto es una locura.
De vez en cuando el gobierno hace comunicados sobre los avances del virus y la cura. Por lo visto, no somos el único país que está ardiendo. Las ciudades europeas más turísticas se han convertido en un foco de contagio y es cuestión de tiempo que se vean en nuestra situación. Los científicos no dan con la tecla de la cura y los remedios temporales solo sirven para dar falsos positivos y estadísticas absurdas. El mundo nunca va a volver a ser igual después de esto. Está destruyendo demasiadas sociedades, ya sea a través de la cantidad inmensa de fallecidos o de la paranoia generalizada que se está creando entre los países.
Hace un par de días que empecé a toser, pero voy a ser fuerte. Voy a aguantar. Papá, me enseñaste que siempre hay que luchar hasta el final y yo lo voy a hacer. Mamá, tú me enseñaste que siempre hay esperanza incluso en las peores situaciones.
Os hecho mucho de menos, a los dos. Espero que estéis bien.
Nos vemos pronto.
Os quiero mucho.
