Hola, mi vida.
Lo primero, pedirte perdón por todo, en especial por escribirte esta última carta en un folio manchado.
Lo segundo es que estoy orgullosa de nosotros, por ser tan maduros para tomar esta decisión tan dura por el bien de los dos. Yo ni siquiera sé de donde sacaré las fuerzas el sábado para hacer lo que debo, lo que prometí.
Lo tercero, quiero que sepas que eres lo mejor de mi vida. Que no voy a olvidar estos maravillosos años a tu lado, y que te juro por todo lo que tengo, lo que soy y lo que llegaré a ser, que volveré en el momento adecuado.
Lo cuarto, que siempre voy a ser tuya. Tu nombre está marcado en mí y por más que lo intenten no van a poder borrarlo nunca. Voy a seguir llamándote y escribiéndote. Ya te dije en su momento que no te ibas a librar tan fácilmente de esta loca.
Te quiero pedir una cosa. Sé feliz por favor. Sé feliz y nunca dejes de serlo. Una de las cosas que no me perdonaré nunca, será el hecho de no haberte podido hacer feliz como te mereces. No haber sido suficiente “lo que sea” para poder sacarte cada mañana una sonrisa.
No te imaginas lo duro que está siendo esto para mí. Tan solo con pensar que esto es el principio de una vida sin ti, me dan ganas de dormir eternamente y no despertar.
Ya sabes donde vivo y que siempre voy a estar para ti, el día que sea, la hora o el momento. Esté donde esté, voy a estar para ti. Aunque sé que tú nunca has necesitado a nadie.
Y por último, quiero que me prometas que no me olvidarás. Y no quiero que olvides que hay una chica a la que salvaste de saltar al vacío. A la que ayudaste cuando se iba a rendir. Que gracias a ti estoy aquí, de pie ante la vida.
Gracias por existir, por ser como lo has sido conmigo. No cambien nunca y no prives a tus amigos de esa preciosa y perfecta sonrisa tuya.
Sé fuerte mi amor.
Siempre tuya.
