Esta es la primera publicación ajena a Stonergëk. Gracias a JosP por deleitarnos con un relato de cosecha propia.
Atoj podría ser el comienzo de una historia realmente interesante y, como nos encanta la fantasía en todas sus expresiones, hemos hecho una pequeña ilustración cortesía de Mr.G.
Disfruten de la literatura amateur, que siempre trae consigo ideas frescas e innovadoras. Os dejamos por aquí su instagram @jpgn222.

Un saludo desde Stonergëk
Atoj, originario de Oluz, divaga por las calles de otra ciudad de cuyo nombre preferiría no acordarse. De complexión fuerte, cabello y ojos negros. Porta una indumentaria roja con capucha incorporada. Parece inmerso en sus pensamientos, mientras capta todo detalle a su paso: el sonido del agua putrefacta plagada de mosquitos, el delicioso olor a la comida recién hecha que emana de algunas ventanas o la pericia de algún que otro ladrón en acción.
Pasa desapercibido entre el variopinto gentío, el cual esquiva como quien intenta zafarse de alguna exigencia u obligación. Va buscando algo. Algo muy concreto. Tararea para sí una especie de canción que le recuerda sus orígenes y le transmite sosiego. Algo dentro de él le guía en su búsqueda. Tal vez no consiga su propósito, pero no por ello va a dejar de intentarlo.
Se aproxima a una taberna en la que saciar su hambre y su sed y en la que descansar brevemente. Sigue tarareando mientras que, con dos simples gestos, pide comida y bebida. Tras ese preciso instante, una voz le asalta por detrás.
-¿Tú no eres de por aquí verdad? – Preguntó el desconocido.
-Tal vez no sea de ningún lado. – Expuso Atoj.
El desconocido, algo ebrio, reía a carcajadas mientras alentaba a los demás a hacer lo mismo. Varios de sus amigos le siguieron el juego. Se burlaban de la indumentaria roja y alentaban a su compañero de juerga a demostrar su poder.
-Ese es mi sitio. – Afirmó mientras hizo dar a ver el arma que llevaba guardada.
-No me apetece jugar. – Respondió Atoj con algo de desdén.
Aquel hombre armado tuvo la genial idea de tirarle su copa a nuestro protagonista y dejarla boca abajo sobre la capucha roja, lo que desató de nuevo las carcajadas del desconocido y la ira del de Oluz.
Segundos después, mientras uno reía, el que únicamente quería descansar y seguir su marcha, cogió el vaso que tenía sobre su capucha y lo estampó con todas sus fuerzas contra la cara del desafiante armado, el cual calló de espaldas al suelo, provocando un profundo silencio en la taberna. Atoj, sin ni siquiera agitarse por lo sucedido, miró de reojo a los amigos del que ahora se encontraba “descansando”. Ninguno se atrevió a moverse por miedo a lo que pudiera pasar. Volvió la mirada, pagó lo que debía y se marchó lentamente como si nada hubiese pasado hace unos instantes.

-Mr.G
Se aproximaba a las afueras para seguir con su búsqueda, cuando un gentío empezó a aproximarse para recriminarle lo que acababa de hacer. Su tarareo volvió a ser interrumpido, lo cual causó un pequeño enfado en nuestro protagonista que, rápidamente, volvió a tomar la calma necesaria para seguir su marcha sin sobresaltos.
Un principio siempre trae consigo un final. Desde el nacimiento hasta la respectiva muerte, pasando por idas y venidas encaminadas por la semidiosa “Casualidad».
JosP