Ya casi no recuerdo mi voz, solo tengo recuerdos vagos y difusos de un tiempo pasado que se mezcla con el presente.
Veo lo que me dejan ver, escucho lo que me permiten escuchar y como lo que me dan de comer, sin poder protestar o dar mi opinión. Intento decirles a mis brazos y piernas lo que deben hacer, pero no hallo respuesta alguna.En ocasiones, olvido mi nombre y lo busco entre las frases de esas blancas y amables señoras.
Las únicas palabras capaces de calmar mi atormentada y senil mente son “Hola abuelo, ¿qué tal estás hoy?”

–Mr. Gumias
Es doloroso perder a alguien querido, pero ver como se pierde a sí mismo, es mucho peor.
–Doble o Nada